La iglesia cristiana ha sido instituida para vivir, modelar, educar y propiciar la libertad. Esta cualidad humana se convierte en uno de los propósitos esenciales del proyecto pedagógico eclesial. Pero, sin un programa educativo sólido e integral cuya aspiración sea el redescubrimiento de la condición de libertad, no aflora la conciencia de haber sido creado a imagen y semejanza divina. El evangelio según San Juan nos invita explícitamente a ese redescubrimiento cuando en labios del Salvador despliega la expresión “conocerán la verdad, y la verdad los hará libre” (Jn 8:32). Este enunciado juanino devela la relación indisoluble entre conocer, verdad y liberación. De modo, que el entendimiento de esta triada nos ubicará en una mejor posición para comprender la amplitud del texto citado y auscultar el fin último de la educación cristiana.
El evangelista Juan inicia el proceso liberador con la acción de conocer. El conocer está relacionado con la capacidad humana para captar por medio de las facultades intelectuales la naturaleza, las cualidades y el escenario en donde tiene lugar un fenómeno[1]. Aunque en ocasiones se refiere al simple hecho de reconocer una cosa como disímil de las demás, lo cierto es que el conocer está más íntimamente ligado al sentir y experimentar lo distintivo de esa cosa. Dicha consideración etimológica debe dirigir al magisterio de la iglesia a reconocer que los procesos pedagógicos auspiciados por la educación cristiana liberadora deben fomentar escenarios educativos en donde se propicie que el participante emplee sus funciones intelectuales con el fin de percibir, vivir y re-vivir la realidad de la libertad en Cristo Jesús. A su vez, explora lo particular de sus cualidades contrastándolas con pseudo-ideologías que enajenan explícita o implícitamente al ser humano. Esto lo hace una y otra vez hasta que logra diferenciar la libertad auténtica de poderes opresivos que inhiben su fluir. Tal magnitud del descubrimiento del valor superior de la libertad se alcanza por medio de experiencias de aprendizajes que inspiran al educando a valorar, sentir y anhelar la plena dimensión de esta condición humana ofrecida por Dios. Read More
UNA REFLEXIÓN ACERCA DE LA RELACIÓN ENTRE LA ÉTICA DEL REINO DE DIOS Y LOS VALORES ECLESIALES A TRAVÉS DEL ANALISIS EXEGÉTICO DE LA PERÍCOPA DEL LLAMAMIENTO DE LEVÍ EN MARCOS 2:13-17
(Sometida como requisito parcial para la aprobación de la Maestría en Divinidad del Seminario Evangélico de Puerto Rico)
Dr. Juan R. Mejías Ortiz
marzo de 2009
Introducción
“Nunca mates la flor de la esperanza, cuando de la vida sólo quedan ruinas”. Con esta frase el cuentista puertorriqueño, Don Abelardo Díaz Alfaro, culmina La receta del Curioso. En este cuento se recoge la vivencia de cómo una mujer pobre, cuyo marido está muriendo (“yendo y viniéndose”) pone su último suspiro de esperanza en una receta de la botánica del pueblo. Ciertamente el cuentista nos inserta dramáticamente en la crudeza de la realidad cotidiana que enfrentan muchos hermanos y hermanas puertorriqueñas. Ante la penumbra desoladora del patético cuadro de pobreza, imposibilidad y desesperanza, inmersas en la narración, resuenan las palabras proféticas de Díaz Alfaro “Y musité esas palabras que afloran a nuestros labios cuando se nos cierran las veredas de la razón: Señora, tal vez, Dios es grande y pueda hacer mucho…” Son estas últimas palabras las que guiaran la reflexión en este ensayo “Dios es grande y puede hacer algo”. Ante la realidad socio cultural que experimenta nuestro suelo borincano, a las clases pobres y marginadas sólo les queda ubicarse en el umbral de la esperanza que les lleva a creer que Dios puede hacer algo.
El ser humano que se enfrenta al dolor profuso, que resuena como temporal que amenaza el ser y polilla que erosiona la corteza de la esperanza, implora por la certeza de un lugar donde pueda guarecerse y experimentar la sublime paz divina. Es ante nuestra más debeladora fragilidad que irrumpen vivazmente las palabras de Jesús de Nazaret recogidas en el evangelio según San Marcos: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mr. 1:15). El reino de Dios y su justicia transforma las circunstancias y trae al escenario un denuedo de esperanza y posibilidad para el corazón abatido y cansado. Con la anunciación escatológica del Reino que se acerca, las palabras musitadas por el cuentista en medio de la incertidumbre toman un carácter profético para revelar buenas nuevas; sí, Dios es grande y puede hacer algo. Read More
Rvdo. Esteban González Doble, Pastor General Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico