Pastor Dr. Juan R. Mejías Ortiz
Educación Cristiana, Creatividad y Tecnología Digital: Desafíos y Posibilidades
Dr. Juan R. Mejías Ortiz
Introducción
La función principal de la Iglesia es educar a las nuevas generaciones a luz de las Sagradas Escrituras. El mundo postmoderno plantea grandes desafíos para la Iglesia que la educación cristiana debe atender con premura y diligencia. En este capítulo analizaremos algunas ideas que llevaran a entender que tanto el cultivo de la creatividad del estudiante como la incorporación de la innovación tecnológica a la sala de clase son pilares esenciales para el logro de una educación cristiana transformadora.
El poder de la creatividad y la innovación
El verbo crear está relacionado con Dios. La primera referencia bíblica acerca de Dios es su capacidad creadora (Gn 1.1). En consecuencia, la iglesia cristiana adora y sirve al Dios creador, quién por medio de Su palabra le da origen a todo cuanto existe (cf. Sal 33.6, 2 P 3.5). Los más antiguos credos cristianos resumen esta doctrina. Por ejemplo, el credo Niceno-Constantinopolitano de 381 d.C. afirma: “Creo en un solo Dios; Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible”. Dios no solo crea, sino que ha facultado al humano con la creatividad.
El poder de la creatividad hace del ser humano una especie única en todo el planeta. En el testimonio bíblico es presentado como un ser dotado de una herencia biológica que le permite indagar, interactuar y modificar su contorno. Esta capacidad le ubica en un sitial preferencial en la creación. De todos los organismos vivos, el ser humano posee las herramientas intelectuales para convertirse en un investigador innato, un solucionador de problemas asertivo y un fiel cuidador de los recursos del planeta. Equipado con la virtud de la imagen divina se descubre capaz de insertarse en la búsqueda de la comprensión de sí mismo y de su entorno, a la luz de la relación con el Creador. El salmista en una expresión litúrgica exclama:
¿Qué somos los mortales para que pienses en nosotros y nos tomes en cuenta ¡Nos creaste casi igual a ti! Nos trataste como a reyes; nos diste plena autoridad sobre todo lo que hiciste (Salmo 8.5-6a, TLA).
Asimismo, como especie única, posee la capacidad de generar, comunicar y expresar sus pensamientos por medio de códigos y símbolos que articula creativamente. También tiene la habilidad de crear instrumentos para mejorar su calidad de vida. Por ejemplo, en el libro del Éxodo, en las instrucciones para construir el Tabernáculo sobresale la figura de Bezalel, hijo de Urí de la tribu de Judá quien fue «llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativapara hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y para realizar toda clase de artesanías.» (Ex 31.2-5). Dios, en su bondad, le ha dado al ser humano la facultad de plasmar su creatividad en diversos escenarios que le permite buscar soluciones innovadoras a las dificultades que enfrenta a diario.
Como hemos insistido, sin la creatividad el ser humano no hubiera podido desarrollar la sociedad de la que goza hoy en día. Sin ella, nuestra estancia en el planeta hubiese sido efímera. Pero ¿qué es la creatividad?, ¿qué significado tiene la calificación de creativo?, ¿por qué es importante estimular el desarrollo de la creatividad de los estudiantes?, ¿qué relación tiene, si alguna, con los procesos de educación cristiana?
Nuestro paso inicial será analizar brevemente dos explicaciones propuestas por estudiosos de la conducta humana. En primer lugar, Howard Gardner, en su libro «La inteligencia reformulada», al reexaminar su teoría de las inteligencias múltiples redefine la creatividad como cualquier acto, idea o producto que logre transformar un campo existente en uno nuevo. Así que una persona creativa es aquella cuyas acciones y formas de pensar transforman campos de conocimientos o simplemente establecen uno nuevo. Segundo, el psicólogo Robert Sternberg en su obra «La creatividad en una cultura conformista. Un desafío a las masas» visualiza la consecución de la creatividad mediante el equilibrio y la aplicación de tres aspectos esenciales de la inteligencia: un fluir creativo, un filtro lógico y analítico, y una capacidad práctica. Sternberg denominó a esta visualización de la creatividad como la Teoría Triárquica de la Inteligencia.
De acuerdo con esta teoría la creatividad va más allá de generar ideas novedosas. Exige saber definir y analizar correctamente un problema, asignar los recursos necesarios para poner en ejecución la solución y evaluar el producto obtenido. A grandes rasgos, Sternberg discute que la creatividad es el producto de la interconexión de tres tipos de inteligencias o capacidades humanas. En un primer momento la inteligencia sintética busca innovar y crear ideas más allá de los paradigmas tradicionales. Luego los resultados obtenidos son filtrados o evaluados por la inteligencia analítica con el propósito de auscultar su utilidad y realización. Finalmente, la inteligencia práctica materializa las ideas y las ejecuta.
Ambas formas de entender la creatividad significan un reto para la educación cristiana. Sorprendentemente, el desarrollo de la creatividad del estudiante es una de las áreas más descuidadas en los procesos educativos de la iglesia. Un examen cuidado a la mayoría de los sistemas educativos eclesiales comprueba que las congregaciones invierten mucho tiempo, recursos económicos y humanos en procesos educativos que terminan siendo rígidos y mecánicos. Es más, desde la perspectiva tradicional, lo importante para los líderes educativos es que el estudiante oiga pasivamente la palabra de Dios y la aplique en su vida. Lamentablemente la consecuencia principal ha sido la perpetuidad de un ambiente educativo monótono y aburrido que suprime la expresión creativa del estudiante. Así, sin percatarse, se deshace la posibilidad de que la niñez y la juventud encuentren nuevas veredas para entender y vivir la Palabra de Dios en estos tiempos. Además, da continuidad a la disminución drástica en la asistencia a la escuela bíblica.
Un estudio desarrollado en 2019 por el Centro de Investigación Pew, titulado «En E.U., el declive del cristianismo continúa a un ritmo rápido», muestra que entre los miembros de la generación Millennials (23 a 38 años) cuatro de cada diez entrevistados expresaron no estar afiliados a ninguna expresión religiosa. Sólo el 49% se identificó como cristiano. Ese mismo estudio refleja que únicamente el 35% de los entrevistados asiste con algún tipo de regularidad a una iglesia Estos datos evidencian la urgencia de superar los ambientes educativos que descansan en ejercicios pedagógicos puramente memorísticos y en la pasividad del estudiante, si queremos incentivar la participación de los más jóvenes en los programas educativos congregacionales.
No hay que hacer un estudio estadístico exhaustivo para darse cuenta de que la situación entre las congregaciones latinas e hispanas debe ser un tanto similar. En términos generales, la asistencia a la escuela bíblica tradicional está en descenso. Aun así, todavía hay líderes que se aferran al modelo educativo clásico. En la actualidad las escuelas bíblicas se enfrentan al desinterés y a la apatía como obstáculos que inhiben todo su fluir. Esto ha suscitado que diversas congregaciones hayan encontrado en el entretenimiento, en lugar de procesos formativos saludables, un nuevo vehículo para retener a la juventud.
No todo está perdido. Una mejor educación cristiana es posible. Para ello debemos considerar las siguientes preguntas: ¿Si Dios dotó al ser humano de la facultad de aprender, comprender, razonar y crear, por qué insistir en procesos pedagógicos tradicionales que ya no fomentan el desarrollo de la creatividad del estudiante?, ¿Será necesario un cambio de paradigma pedagógico que fomente la curiosidad, la pregunta y el discernimiento? Hay que impedir con todas las fuerzas que los feligreses aprendan mucho de nada en nuestros escenarios educativos. No debemos olvidar que un feligrés capaz de entender y pensar su fe vive y celebra con gozo la libertad en Cristo Jesús. Es decir, una persona bien educada en la fe cristiana sencillamente rechaza ser «niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas » (Ef 4.14).
Cultivar la creatividad por medio de actividades educativas significativas es vital para el crecimiento intelectual, doctrinal, social, emocional y espiritual del creyente en Jesucristo. Teresa M. Amabile en su obra «Growing up creativity» identifica diferentes áreas de atención para fomentar la creatividad en la sala de clases. Las mismas se pueden resumir en tres áreas.
Primero: La actitud del maestro. En un primer nivel, el maestro se enfrenta con la necesidad de lidiar con sus propias creencias. Si el educador entiende que no es importante fomentar un ambiente abierto en donde el estudiante tenga derecho a la pregunta, a la curiosidad y a la discusión con sus pares, simplemente no se logra motivar el fluir de la creatividad. Hay que recordar que el énfasis de todo el esfuerzo educativo es el aprendizaje. De manera que la atención desmedida en el control y la enseñanza dirigida limita al aprendizaje auténtico.
Segundo: La configuración del salón. La manera en que se configura el salón y se ubican los asientos de los estudiantes permite una mayor interacción entre pares que estimula el diálogo y la interacción. Además, el acomodo correcto del salón permite el diseño de actividades instruccionales y la selección de los recursos didácticos que provocan el aprendizaje creativo. El criterio básico para el arreglo del salón debe ser que el estudiante desde su asiento logre interactuar directamente con el maestro y con sus pares cara a cara sin ninguna obstaculización. Así que la configuración clásica del salón en fila ya no es viable.
Tercero: El uso de estrategias educativas innovadoras. El maestro debe poseer un amplio repertorio de estrategias educativas que adelanten un aprendizaje cuyo énfasis recaiga en la socialización, la interacción entre pares, el aprendizaje colaborativo, la autoevaluación y la automotivación. A tales efectos, recomendamos al menos cuatro técnicas útiles para el aprendizaje creativo.
La discusión socializada permite que el estudiante presente justificación a favor de sus ideas acerca de un tema o asunto en particular mientras debate de manera respetuosa los argumentos propuestos por algún otro estudiante. La discusión puede ser presencial o en forma virtual.
Esta última área será ampliada más adelante cuando se analice la incorporación de la tecnología digital al acervo metodológico del docente. Para cerrar esta primera sección, hay que recalcar que como seres creados a imagen y semejanza de Dios el estudiante posee la capacidad para pensar, crear e investigar. Estos son elementos esenciales para la educación cristiana transformadora. Hoy más que nunca es necesario delinear procesos educativos que cultiven la creatividad. Transitar en una dirección opuesta es comprometerse con la perpetuidad de un sistema educativo eclesial en decadencia. No olvidemos que la vocación pedagógica de la iglesia es vital para la consecución de su misión. Sin un proceso educativo vivo e intencional apenas podrá comunicar al mundo la verdad del Santo Evangelio de Jesucristo. Por otra parte, si se claudica en las funciones pedagógicas difícilmente se alcanzará la transformación de la que Pablo habla en Rom 12.2. De ahí la importancia de un nuevo modelo educativo que permita el aprendizaje auténtico y creativo de la Palabra de Dios.
La educación cristiana y la tecnología digital
El ingenio y la creatividad humana han suscitado el nacimiento de la internet. La red, como también es conocida, forma parte esencial de la vida cotidiana de muchas personas en especial de las nuevas generaciones. De modo que los nacidos a partir de la creación de la red de informática mundial (World Wide Web o www) son conocidos como nativos digitales mientras que los demás somos considerados inmigrantes digitales. En la actualidad la red ha dado paso al mundo virtual. Con el exponencial crecimiento de usuarios en las últimas dos décadas el escenario educativo ha sufrido un giro significativo. La tecnología digital y el auge de los entornos virtuales han alterado drásticamente el panorama educativo. Hoy es difícil imaginar un maestro que no emplee el uso de las herramientas digitales como recursos educativos para provocar que el estudiante piense y aprenda. Es decir, la regla del juego para los educadores innegablemente cambió. Debemos estar de acuerdo que esto no excluye al magisterio de la iglesia. Un ejemplo claro se vivió durante el período de la pandemia del Covid-19. En este tiempo matizado por las restricciones sociales y el distanciamiento físico la educación virtual jugó un rol protagónico en el esfuerzo por continuar los ofrecimientos educativos seculares y eclesiales. No tengo la menor duda que en el ámbito de la iglesia, los entornos de aprendizajes virtuales pronto se convertirán en el nuevo paradigma de la educación cristiana, si ya no lo son.
Hoy el gran desafío pedagógico que enfrenta la iglesia es cómo educar en la fe cristiana a las nuevas generaciones en los tiempos de la red. De cara al esfuerzo por educar a las generaciones emergentes en la palabra de Dios la incorporación del uso de las herramientas tecnológicas desempeña un papel crucial en el logro de las metas y propósitos educacionales. Como hemos mencionado insistentemente estamos ante el umbral de una nueva forma de educar a la niñez y la juventud en las áreas del conocimiento inherentes a la misión cristiana y al discipulado. Ahora bien, y antes de continuar, es necesario entender que en la educación cristiana la tecnología no es el norte. Pretender que lo sea es un error pedagógico que el maestro debe evitar a toda costa. Una vez más, el fin de la educación cristiana es la formación integral del creyente a la luz del Evangelio de Jesucristo. Así pues, la Biblia se constituye en la herramienta para orientar los procesos formativos del creyente. En Efesios 4.12-13 se establece la meta de la educación cristiana:
«A fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.»
Con la idea de dejar claro estos principios, el educador debe tener presente que es el Espíritu Santo de Dios, y no él, quien provoca que las personas experimenten la nueva vida en Cristo. En otras palabras, el maestro es un instrumento del Espíritu Santo. Por lo cual, la función ministerial que desempeña es vital para la extensión del reino de los cielos. Esto nos lleva a entender que una iglesia saludable es aquella que educa a la luz de las Sagradas Escrituras. Consecuente a esta intención, la iglesia invierte sus mejores recursos y esfuerzos para lograr implantar programas educativos que permitan la realización de la misión cristiana. Sin duda esto integra la capacitación del personal docente en el manejo y uso de las herramientas digitales en el escenario educativo.
La incorporación de la tecnología digital a la sala de clase es un asunto pedagógicamente ineludible y a mi entender irreversible. Esta realidad requiere que el maestro, en primer lugar, se sienta cómodo y familiarizado con los instrumentos y las aplicaciones digitales que utilizará en el proceso de enseñanza. El maestro, en especial de la niñez y la juventud, debe alejar de su boca un lenguaje condenatorio de la tecnología. Por el contrario, el desafío que tiene de frente es la visualización de la tecnología digital como un vehículo pedagógico que le permite alcanzar las metas de la educación cristiana. Más simple, los recursos que ofrece la tecnología digital deben ser parte esencial del repertorio metodológico del docente. Esto también es un reto para las congregaciones. Hay que ayudar al maestro a superar la brecha digital que lo distancian del estudiante.
El maestro, asimismo, tiene que aprender a diseñar actividades instruccionales que integren la aplicación de la tecnología como parte de las experiencias de aprendizaje. Por ejemplo, cada vez es menor el número de jóvenes que asisten a la iglesia con una Biblia impresa. En su lugar, llevan en sus celulares aplicaciones (apps) que le permiten tener acceso a una variedad de traducciones de la Biblia y recursos bíblicos con el simple toque de sus dedos. Así que la mirada no debe estar centrada en una apología de la biblia impresa. Por el contrario, el maestro tiene que ser sagaz y usar las herramientas digitales para incentivar que el estudiante disfrute la lectura de la Biblia.
Otro gran reto que enfrentan los líderes congregacionales es la inversión económica y los esfuerzos organizativos necesarios para el adelanto de una educación cristiana auténtica, creativa e innovadora. Pero después de todo valdrá la pena. El resultado será el crecimiento de una generación cimentada en la palabra liberadora de Dios. Al implantar estas ideas, estoy seguro, que caminaremos en la ruta correcta para aumentar la efectividad del aprendizaje en la iglesia y formar líderes que vivan cónsonos con el llamado sagrado de Dios a experimentar su gracia y amor.
Como hemos discutido en los párrafos anteriores los recursos que ofrece la tecnología digital les han dado un giro significativo a los procesos de enseñanza y aprendizaje que no se debe de ignorar. Esta tecnología no solo provee nuevas oportunidades para el mejoramiento humano, también permite forjar una educación cristiana creativa e innovadora que responda asertivamente a los desafíos de la sociedad actual y a las necesidades del estudiante. Ante el auge de la educación cristiana virtual es necesario identificar las columnas que deben sostener el nuevo paradigma educativo. Estas deben ser:
Recursos digitales para fomentar una educación creativa e innovadora
Debido al rápido crecimiento en el número de recursos y aplicaciones disponibles para la enseñanza resulta más fácil el reagrupar las mismas en cinco grandes categorías. La mención de algunos de estos recursos no es incentivar su comercialización sino como parte de las ideas aquí presentadas. Los mismos serán mencionados en orden alfabético.
Conclusión
Para finalizar, apenas estamos rasgando la superficie. Las próximas décadas traerán una marea de desafíos para la educación cristiana. En la actualidad la flexibilidad y la interactividad que ofrecen los entornos educativos virtuales obligarán a las congregaciones a forjar un nuevo paradigma educativo centrado en el desarrollo de la creatividad y la innovación del estudiante. Es imperante que el nuevo modelo educativo fomente en los participantes la alegría por aprender acerca del amor de Dios revelado en Cristo Jesús. Nuestro mayor reto es la educación de los más jóvenes, quienes necesitan sentirse parte integral de un proyecto educativo que atienda sus inquietudes, preguntas y necesidades de forma creativa e innovadora mientras le brinda la oportunidad de redescubrirse a través de los lentes de la gracia del Señor.