Los Discípulos de Cristo: Identidad, Teología y Sacramentos

Los Discípulos de Cristo: Identidad, Teología y Sacramentos[1]

Dr. Juan R. Mejías Ortiz
Pastor ICDC en Río Arriba Saliente
Manatí, Puerto Rico

     La Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) vive a la luz de la Palabra. De hecho, nuestra declaración más trascendental confiesa que Jesús es la Palabra encarnada de Dios. Esa Palabra nos guía e ilumina a cada instante. Es más, el testimonio del Resucitado inspira a la iglesia a definir su espiritualidad. Precisamente, en esta noche deseo dialogar acerca deicdc2 la espiritualidad del pueblo del cáliz.[2] El título de esta conferencia hace hincapié en la triada identidad, teología y sacramento. La identidad que nos define como institución es producto del quehacer histórico de hombres y mujeres que empeñaron sus vidas al servicio de la proclamación del señorío de Jesucristo. Por su parte, la teología, reflexión acerca de la revelación de Dios a la humanidad, nos hace articular de forma coherente lo que pensamos considerando el contexto histórico-cultural. Finalmente, los sacramentos nos permiten celebrar la presencia del Resucitado en el quehacer eclesial y en la nueva vida del creyente.

     Comencemos definiendo el concepto espiritualidad. Para Leonardo Boff la espiritualidad está relacionada con aquello que produce una transformación en el interior del ser humano.[3] Por su parte, Henri Nouwen considera que la vida espiritual cristiana es vida debido a que es habida e impactada por el Espíritu Santo.[4] Vivir por el Espíritu es recibir y re-experimentar una y otra vez la vida ofrecida por Dios. Implica un despertar, un resucitar a la nueva vida en Cristo (Rom. 6:4, 2 Cor. 5:17, Ef. 4:22-24). Vivir enajenado a la promesa del Espíritu de Jesús es acentuar cualquier otra espiritualidad que este mundo brinda, pero nunca la cristiana. Esta es una afirmación fundamental para la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). Les invito a que me acompañen a una travesía histórica, teológica y pastoral que nos darán pistas para entender la espiritualidad impresa en la mente de los Discípulos de Cristo.

1. Barton W. Stone y los cristianos: Ecumenismo y rechazo a la adopción de los credos

     El viaje inicia evocando las aportaciones de una de las figuras cimeras del II Gran Avivamiento Norteamericano a comienzos del siglo XIX, el pastor[5] Barton Warren Stone (1772-1844). Para comprender la espiritualidad de los Discípulos es meritorio estudiar la contribución de este carismático líder. Lamentablemente, su legado en la predicación y en el pensamiento teológico ha quedado eclipsado por las aportes de los Campbell, cuyas líneas teológicas son consideradas por algunos el punto de partida para entender la mente de los Discípulos.

     Stone, nació la Nochebuena del 1772 en el Condado de Charles, Maryland, siendo miembro de una familia de clase media alta descendientes de personas influyentes en la política norteamericana. Por ejemplo, su tátara abuelo el Capitán William Stone es reconocido en los anales de la historia como el primer gobernador protestante de Maryland. De igual manera, su primo segundo Thomas Stone, miembro del Segundo Congreso Continental, fue uno de los representantes de Maryland en la firma de la Declaración de la Independencia de 1776.[6]

     Atraído más por los desafíos políticos que por asuntos religiosos, Stone aprendió desde muy temprano en su vida, a reconocer el espacio de otras experiencias litúrgicas, aunque discrepara de sus enseñanzas e interpretaciones doctrinales. De niño fue bautizado en la Iglesia de Inglaterra, al mudarse junto a su madre al Condado de Pittsylvania en Virginia, compartió experiencias litúrgicas con metodistas y bautistas, hasta llegar a estudiar leyes en la prestigiosa escuela presbiterana Academia de David Caldwell en Carolina del Norte.

     Precisamente, siendo estudiante en la Academia Caldwell, dos experiencias redirigieron sus pensamientos teológicos. Para esa época el predicador presbiterano James McGready stonefue invitado a la institución como conferencista. Stone, por insistencia de su compañero de cuarto, asistió al servicio. El sermón de McGready, cuyo llamado a experimentar un avivamiento, ganó su admiración. Comenta el propio Stone en su autobiografía que el mensaje de McGready le ayudó a sentir la gravedad del pecado y a reflexionar acerca de la doctrina de la “depravación del espíritu humano”, sin embargo, la insistencia en que el ser humano debe esperar a que Dios le conceda la salvación le dejó desconcertado y confundido. Simplemente, discrepaba de las respuestas excesivamente calvinistas expuestas por McGready.

     No fue hasta después de un año que encontró una nueva dirección a sus preguntas. Por ese tiempo, la Academia recibió la visita del predicador William Hodge cuyo sermón enfatizó en el alcance del amor de Dios, en lugar de hacer hincapié al juicio acusador, los horrores del infierno y el castigo eterno. Cuenta el propio Stone, que escuchar a Hodge fue un proceso transformador. Entendió que la gracia, comprendida desde el amor de Dios, manifestado en su hijo Jesucristo son buenas noticias, las buenas nuevas del evangelio[7]. Stone quedó tan desafiado por el mensaje de Hodge, que ese día culminó con su conversión.

     Ahora bien, sus inquietudes teológicas y sus discrepancias con el presbiterianismo apenas comenzaban a trazar caminos. Tanto es así que el día de su ordenación, acontecida el 4 de octubre de 1798 se enfrentaría a un gran reto. La tradición ceremonial presbiterana solicitaba que el candidato manifestara públicamente la adopción de la Confesión de Westminster como el sistema doctrinal enseñado en las Sagradas Escrituras.[8]  La respuesta de Stone no se hizo esperar, a viva voz declaró “La recibo, por lo que yo vea, sea consistente con la palabra de Dios”[9].

     Las fricciones teológicas seguirían incrementando. Siendo pastor en Cane Ridge y en Concord, en el Condado de Bourbon, Kentucky, poco a poco, un inquietante espíritu de renovación espiritual y doctrinal centrada en las enseñanzas nuevotestamentarias, junto al deseo de asemejar con el modelo eclesial descrito en el libro de los Hechos, comenzó a gestarse en su mente. Influenciado por el pensamiento del racionalismo norteamericano y en especial sus experiencias en los conocidos campamentos de reuniones le llevó a abrazar un fervor y entusiasmo religioso o avivamiento[10].

     Los campos de reuniones en las iglesias o al aire libre fueron terreno fértil en el surgimiento del II Gran Avivamiento. Entre 1800 a 1803, sobre 100,000 personas llegaron hasta los campamentos para participar de las experiencias culticas. Stone comenzó a vercane-ridge en la capacidad carismática de la Iglesia plasmada en la liturgia un puente evangelístico que aseguraba el crecimiento congregacional y la extensión del evangelio hacia el oeste de la joven nación. En sus predicaciones enfatizaba la imposibilidad de fragmentar la Iglesia en denominaciones. La pluralidad de las experiencias interdenominacionales en los campamentos de reuniones en Cane Ridge, le llevaron a reconocer que la Iglesia como Cuerpo de Cristo no se ciñe necesariamente a las estructuras humanas.

     A comienzos del siglo XIX se sentía abrumado por sus desacuerdos doctrinales con la Iglesia Presbiterana, en especial con las ideas calvinistas acerca de la depravación total, la elección incondicional, y en especial la doctrina de la predestinación. La idea de un movimiento de restauración halló en las discrepancias doctrinales terreno fértil. Pieza clave en el rompecabezas, tuvo lugar el 13 de septiembre de 1803 cuando el Sínodo de la Iglesia Presbiterana en Kentucky decide materializar la separación de Stone y sus seguidores.

     Estas experiencias dan forma a los pilares que distinguen la espiritualidad de los Discípulos de Cristo. Estos son: una fuerte tendencia a la relación ecuménica como la mejor manera de entender el vínculo entre las diversas tradiciones cristianas y el rechazo inequívoco a la adopción de una confesión doctrinal alterna a las Sagradas Escrituras.

     Es altamente meritorio entender que la generación del Segundo Gran Avivamiento, guiados por el liderazgo del pastor Barton Stone, Robert Marshall, Richard McNemar, entre otros, propició la floresta de un movimiento ecuménico sin precedentes, a tal grado que privilegiaron que los integrantes del movimiento fueran reconocidos simplemente como cristianos tal y como ocurrió con los integrantes de la Iglesia en Antioquia en Hechos 11:26. De ahí la afirmación eclesial inequívoca en favor de la búsqueda de la restauración de la unidad de los creyentes como parte indisoluble del cuerpo místico de Cristo. Los Discípulos de Cristo estamos irreversiblemente inmersos en esa búsqueda. Desde entonces el ecumenismo es un camino sin regreso, aún más, es la línea de acción que define el lazo con otras tradiciones cristianas. De hecho, los paréntesis en el nombre oficial de la denominación anuncian que desde sus raíces se afirma el espacio del otro y la unión de voluntades. Así que toda congregación se descubre desde el espejo de la Iglesia Universal.

     El ecumenismo es tan esencial en el pensamiento de los Discípulos que en la isla, aún la Iglesia en pañales, los esfuerzos interdenominacionales fueron fructíferos. Se creó la Federación de Iglesias en 1905, reorganizada en la Unión Evangélica de Puerto Rico en el 1916, se concertó un apoyo oficial a la publicación de la revista Puerto Rico Evangélico en el 1916 y conjugaron esfuerzos por converger en la fundación de una institución encargada de la formación bíblica, teológica y pastoral de los ministros, retoñando así el Seminario Evangélico de Puerto Rico.

     Reseñando este periodo histórico, el Rvdo. Joaquín Vargas relata que el movimiento de unidad cobró tal vitalidad que en el deseo de establecer el Seminario, los Discípulos accedieron a fusionar con otros proyectos educativos la Escuela Preparatoria de Pastores, órgano local para la instrucción de los líderes. El 16 de septiembre de 1919, el Seminario Evangélico de Puerto Rico abrió sus puertas a la comunidad bajo la presidencia del Dr. James A. McAllister. La fundación fue producto de la unión de voluntad, junto a los Discípulos de Cristo, de las Iglesias Bautistas que dirigían el Instituto Grace Conaway en el área de Río Piedras, la Iglesia Evangélica Unidad y la Iglesia Presbiterana que asistían al Seminario Teológico Portorricense en el pueblo de Mayagüez, y la Iglesia Metodista que auspiciaba el Instituto Robinson en el pueblo de Hatillo.[11]

     Sería una falta esconder que el ecumenismo no fue siempre bien entendido por todo el liderazgo y feligresía de los Discípulos de Cristo. Incluso no faltaron quienes apoyados por el pensamiento estéril de la Guerra Fría estigmatizaron al ecumenismo como un movimiento mlkjrizquierdista-comunista al que había que rechazar. Este desentendimiento de la intención de los padres fundadores no detuvo los esfuerzos en la búsqueda por la unión de los cristianos. En 1965, en plena Guerra Fría y bajo el residuo del macartismo en la política
norteamericana, se celebró en la isla la Séptima Asamblea de la Convención Mundial de las Iglesias de Cristo. Los Discípulos de Cristo compartieron el púlpito con líderes de diversas denominaciones entre ellos el defensor de los derechos civiles, pastor bautista y premio nobel de la paz Dr. Martín Luther King, Jr., el teólogo alemán Martín Niemöller, líder de la Iglesia Confesante de Alemania opuesta al régimen Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, Dr. Billy Graham, carismático evangelista norteamericano y el teólogo y poeta japonés Toyohiko Kagawa[12].

     Sería inverosímil pasar por alto las aportaciones del fecundo trabajo de Juan Marcos Rivera y su esposa en su peregrinar por los países de Latinoamérica y de nuestro profeta negro el pastor Moisés Rosa Ramos. Moisés, desde la silla de Secretario Ejecutivo del Concilio de Iglesias de Puerto Rico (CIPR), con su estilo humilde pero enérgico hizo vibrar la conciencia del país. Con voz campesina saturada de sabiduría, sin el habitual alardeo de los extensos discursos, denunció las estructuras de opresión que mancillaban a nuestra nación borincana, asumiendo la pena de las controversias que se avecinaron. Sencillamente, Moisés acercó la Iglesia a los problemas cotidianos del país, además, siguiendo el modelo de los fundadores desarrolló una pastoral nacional con presencia en los medios de comunicación[13] que hizo, en palabras del pastor Lucas Torres[14] derribar ídolos, denunciar males y ofrecer anuncio de restauración y buenas nuevas”. Finalmente, el espíritu ecumenista de los Discípulos continúa abriendo nuevos surcos. En la actualidad se distinguen los trabajos de concienciación social dirigidos por el Lic. Ángel Luis Rivera Agosto desde la secretaria del CIPR y los lazos de afiliación, participación comunitaria y hermandad tejidos por el trabajo pastoral del Rvdo. Esteban González Doble.

     Volviendo a las raíces, a Stone le molestaba la idea de la institucionalización de la Iglesia. Es más, rechazaba la idea de una mancomunación de congregaciones bajo la sombrilla denominacional. A pesar de esto, ocurrida la separación con la Iglesia Presbiterana, accedió con otros cinco líderes a la formación de un presbiterio independiente que agrupara las congregaciones nacientes y diera apoyo a la tarea evangelística. Así, pues, el Presbiterio de Springfield en Cane Ridge, Kentucky creció rápidamente trayendo nuevamente a la discusión la preocupación por la jerarquización de la Iglesia. Finalmente se optó por disolver el presbiterio.

     La disolución fue seguida por una publicación que enumeraba las razones que justificaba la toma de decisión. De ese esfuerzo nace La última voluntad y el Testamento del Presbiterio de Springfield, uno de los documentos más influyentes en la formación de la espiritualidad de los Discípulos de Cristo. A través de la publicación, los cristianos enfatizaron que Queremos que la Iglesia de Cristo resuma su derecho natural de gobierno interno, pruebe a sus candidatos para el ministerio…, y que éstos no admitan otra prueba de su autoridad sino al propio Cristo cuando les habla. (Quinta declaración). Además se especificó, Queremos que, desde ahora, la gente tome la Biblia como la única guía segura al cielo… (Séptima declaración).

     Este valioso documento va a sentar las bases de lo que serán dos de los cimientos que definen la espiritualidad de los Discípulos de Cristo: la autoridad suprema de las Sagradas Escrituras sobre cualquier documento humano llámese credo, libro de confesión o constitución, y la adopción del congregacionalismo como modelo de administración eclesial. Ambos temas encontraran en la familia Campbell sus más distinguidos proponentes.

2. Los Campbell y los Discípulos de Cristo: La supremacía de la Biblia, el bautismo por inmersión y el buen púlpito

     En 1807, tres años después de disuelto el Presbiterio de Springfield, las montañas del Condado de Washington en Pensilvania recibieron con contentura la llegada de la familia Campbell. El reverendo Thomas Campbell (1763-1854), un inmigrante escocés-irlandés, abrumado por la fragmentación de la Iglesia Presbiterana en Escocia e Irlanda, llega a América con la esperanza de reformar la misma bajo los aires de libertad. Siendo pastor en el Presbiterio de Chartiers en el oeste de Pensilvania comienza a manifestar públicamente serios desacuerdos teológicos con el presbiterianismo. A unos meses de su llegada se intensificó la controversia con líderes del Presbiterio acusándole principalmente de desviarse de la doctrina y reglamentos, reunirse con ministros de otras denominaciones y negar la autoridad de la Confesión de Fe.

     Las respuestas del reverendo Campbell no se hicieron esperar. En el documento Razones para protestar y apelar presentado ante el Sínodo en Filadelfia, aceptó públicamente que la Biblia es la base para sostener sus creencias y prácticas. Además, defendió la tesis que la unión de todos los cristianos debe descansar únicamente en la autoridad de las Sagradas Escrituras[15].

     Campbell fue suspendido permanentemente del Sínodo Asociado de Norte América.alexander_campbell_1788 Fuera de las amarraduras denominacionales decidió organizar junto a otros cristianos la Asociación Cristiana de Washington, Pensilvania. La justificación para el origen de la organización fue propagar el cristianismo evangélico, entendido por ellos como la recuperación de la esencia de las enseñanzas de la Iglesia naciente, lejos de las imposiciones dogmáticas. De igual importancia pretendían divulgar las reflexiones bíblico y teológicas fruto de la cooperación entre cristianos.[16] El grupo delegó en Campbell la redacción de un documento que explicara el propósito de la Asociación, cuyo plan inicial descartó la idea de formar una iglesia.

     Fruto de la reflexión teológica de Thomas Campbell nace el documento titulado Declaración y Discurso. A través del mismo, se enunciaron trece proposiciones fundamentales para guiar la restauración de la unidad y la paz cristiana y la pureza en todo el pueblo de Dios, esto es, afirmando los pilares de la Iglesia neo-testamentaria. Reseña el Dr. D. Duane Cummins que ningún otro documento ha ejercido una influencia tan marcada en la historia de la denominación[17]. Campbell, influenciado por las ideas del filósofo inglés John Locke[18] presentó el documento ante los miembros de la Asociación. Entender la espiritualidad de los Discípulos requiere revisar los principios más significativos del texto.

     En la primera proposición Campbell define la Iglesia como esencial, intencional y constitucionalmente una, y la forman todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo, profesan fe en Cristo. Para la Asociación las etiquetas humanas que justifican la existencia de las denominaciones quedan relegadas a un plano inferior. Los y las creyentes componen el cuerpo místico de Cristo que trasciende líneas dogmáticas, el tiempo y el espacio (Rom. 12:5, 1Cor. 12:27, Ef. 3:6). Igualmente, Stone predicaba la unidad espiritual de todos los y las creyentes mediante el acto de sumergirse en unión con el cuerpo de Cristo por medio del bautismo.

     La espiritualidad de los Discípulos de Cristo es una bíblica. En las próximas proposiciones Thomas Campbell afirma que nada debe ser admitido como obligación divina en la constitución y dirección de la iglesia, salvo lo ordenado por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles en la iglesia del Nuevo Testamento (Tercera Proposición). La declaración de la superioridad de las Sagradas Escrituras incluye al Antiguo y Nuevo Testamento. Ahora bien, la centralidad del Nuevo Testamento es vital para entender la mente de los Discípulos. La Asociación Cristiana enfatizó que el Nuevo Testamento es una constitución tan completa para la adoración, disciplina y gobierno de la iglesia cristiana, y una regla tan perfecta para los deberes particulares de sus miembros (Cuarta Proposición). Enfáticamente el grupo llama al rechazo de la adopción de algún libro de confesiones aludiendo a que ninguna autoridad humana tiene poder para interferir, para suplir la supuesta deficiencia haciendo leyes nuevas para la Iglesia (Quinta Proposición). Finalmente se apoya el derecho a la libertad de conciencia, no deben coaccionar la conciencia de los cristianos más allá de la conexión que ellos perciban y cuando entiendan que les atañen (Sexta Proposición).[19]

     El 7 de septiembre de 1809, la Asociación Cristiana se convocó en asamblea para dilucidar los argumentos incluidos en la Declaración y Discurso. Ese día Thomas Campbell, en el sermón de apertura resumió los fundamentos esbozados con la célebre frase “allí donde las Escrituras hablan, hablamos; donde las escrituras callan, callamos”. Pero, ¿qué significado tienen estas palabras?, ¿qué impacto ha tenido en la formación de la mente, por ende, en la espiritualidad de los Discípulos de Cristo?

     Aunque la expresión puede tener sus amplitudes y limitaciones teológicas, lo cierto es que los miembros de la Asociación, y más tarde los Discípulos de Cristo en pleno, manifiestan el rechazo de cualquier sistema confesional que contenga la interpretación oficial de la Biblia. Más importante aún, se reconoce a la Biblia como palabra de Dios. Desde esa palabra inicia el camino para entender el conocimiento comunicado por Dios en su hijo Jesús. Es desde la Biblia, y solo desde la Biblia que los Discípulos de Cristo definen su identidad, comprende su misión, encuentran el contenido para discipular a los nuevos convertidos, robustece los lazos fraternales entre los creyentes, concretan su relación con el mundo y la sociedad, justifican el acogimiento de guías para la administración de los asuntos eclesiales, y anclan su esperanza escatológica en el retorno inminente de nuestro Señor Jesucristo. En fin de cuentas, los padres fundadores fueron enfáticos en acoger la Biblia como el único libreto para dar forma y dirección a sus vidas.

     Ahora bien, es meritorio definir el acercamiento a la Biblia. La espiritualidad de los Discípulos de Cristo cimienta su fe en el testimonio de Jesús revelado en las Sagradas Escrituras, en su encarnación, ministerio, muerte y resurrección. Los miembros de la ICDC esparcidos por la faz terrestre tienen como piedra angular la afirmación Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Viviente (Mt. 16:16) y lo proclamamos Señor y Salvador del Mundo (Jn. 20:28).[20] Esta afirmación es su razón de ser, desde ella proclama y vive la verdad de la Palabra Encarnada.

     La mente de los Discípulos de Cristo no es solamente bíblica; en palabras del Dr. Ronald E. Osborn, es también razonable, empírica y pragmática.[21] Es razonable, en cuanto, a la búsqueda de un entendimiento de las Sagradas Escrituras que sea igualmente racional como práctico.[22] Para los Discípulos la fe bíblica debe ser comprensible, explicable, accesible a preguntas, cuyas respuestas permitan el acercamiento intelectual y emotivo. Es una fe que entiende. De modo que los Discípulos de Cristo repican las palabras de San Anselmo en el siglo XI, pero deseo comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa verdad que mi corazón cree y ama. Porque no busco comprender para creer, sino que creo para llegar a comprender.[23]

     Ahora bien, los Discípulos de Cristo rechazamos cualquier exégesis y hermenéutica bíblica que excluyan el diálogo con las disciplinas del saber humano, primordialmente las ciencias biblia-manossociales y las ciencias de la conducta. De ahí, la mente empírica. Desde sus comienzos, las voces de los miembros más celebres del movimiento Stone-Campbell escribieron bajo la influencia de los aportes de las humanidades y las ciencias sociales. Estudiar las Sagradas Escrituras ignorando los avances científicos, los hallazgos arqueológicos, la contribución de las investigaciones del análisis sociológico de las comunidades nuevotestamentarias y el uso de los métodos exegéticos y hermenéuticos contemporáneos conducen a los creyentes a caer presos de interpretaciones puramente dogmáticas o de un enfoque literal.

     Por otra parte, la espiritualidad de los Discípulos es contextual. Es una fe práctica que da sentido y dirección a los quehaceres de las personas y a la vida congregacional. Esa fe se hace tangible en la realidad cotidiana. Ronald Osborn le llama la mente pragmática de los Discípulos de Cristo. Desde el contexto sociocultural se formulan preguntas a las Sagradas Escrituras que ameritan respuestas transparentes y bien fundamentadas. El pragmatismo de los Discípulos admite las experiencias carismáticas consecuencia de la presencia perenne del Espíritu de Cristo en la Iglesia. Así, pues, se afirma que En la comunión del Espíritu Santo nos unimos en el discipulado y en obediencia a Cristo.[24] Siendo un movimiento de restauración las expresiones carismáticas son esenciales en la identidad de los Discípulos. Nuestra oración constante implora Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer (Hab. 3:2)

     De alguna manera, el fervor impreso en los campamentos de reuniones en Cane Ridge, Kentucky sigue latente en todo el torrente sanguíneo de la Iglesia. Pretender desamarrarse de esa realidad es desconocer quienes son los Discípulos. La Iglesia nativa gozó de la misma experiencia. Nuestro Cane Ridge fue la Iglesia en Calle Comerio.

     Los desaires y las tribulaciones impregnados en el corazón del país marcados por la pobreza a comienzos de la década de 1930 motivaron a un grupo de hermanos y hermanas a abrazar el recurso de lo Espiritual ante la escasez del bien material. No tardó en surgir un movimiento de avivamiento criollo. Joaquín Vargas reseña con elocuencia el suceso: habiéndose perdido toda esperanza de que la problemática existencial que les agobiaba encontrara avivamientosolución en el plano horizontal de la dimensión terrenal, un grupo de hermanos… comenzó a hurgar en la dimensión vertical, tocando las puertas del Cielo en confesión de pecado y en busca de reconciliación con Dios.[25] Lo acontecido en Calle Comerio repicó en otras congregaciones hasta arropar la Convención en pleno. El Avivamiento del ‘33, como se le conoce al movimiento de restauración boricua, es un tema central en el estudio de la historia de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Puerto Rico. A partir del Avivamiento, los Discípulos de Cristo en la isla jamás han sido los mismos. La iglesia creció en feligresía y solidificó su madurez hasta alcanzar posteriormente la autonomía eclesial.

     Ahora bien, depender únicamente de las experiencias carismáticas personales sin la lupa de las Sagradas Escrituras expone a la Iglesia al peligro de los errores e interpretaciones literalistas. Los padres fundadores sabían muy bien que las diversidades litúrgicas y carismáticas lejos del alcance del discernimiento de las enseñanzas de la Biblia deforman al cuerpo de Cristo (Mt. 22:29, 2 Tim. 3:16). El rechazo de la adopción de una confesión doctrinal oficial no implica la ausencia del discernimiento y la corrección de los excesos eclesiales. Todo lo contrario, en virtud de esa necesidad es que los Discípulos se acercan al texto bíblico con una mente analítica.

     Como ilustra el libro de Hechos no todos interpretaron con rectitud la visitación del Espíritu Santo. Ahí tenemos el espejo de Simón el mago, quien pretendió ver la manifestación de Dios desde su limitada óptica en desfavor del espíritu comunitario (Hch. 8:17-20). En el ámbito nacional la Iglesia no ha estado ausente de cometer errores bíblicos-teológicos. Krenly Cruz estudiando los eventos del Avivamiento del ‘33 relata que el emocionalismo extremo provocó la pérdida del balance y mesura en la adoración. Esto resultó en situaciones de alboroto y desorden de forma indiscriminada, atribuyéndole al Espíritu lo que provenía de la naturaleza carnal, en lugar de verlo en la amplia perspectiva bíblica que Dios ya estaba mostrando.[26] Se aprendió que toda experiencia personal debe ser entendida a la luz de las Sagradas Escrituras.

     Como relaté previamente, la publicación del Diseño y Discurso le dio fuerza a la Asociación Cristiana de Washington, Pensilvania. A semanas de su publicación Alejandro Campbell (1788-1866), hijo mayor de Thomas, llegó a los EUA. Graduado de la Universidad de Glasgow, rápidamente sucedió a su padre en el liderato de la Asociación. El 4 de mayo de 1811, los Campbell tomaron la decisión de reorganizar la Asociación en la Primera Iglesia de la Asociación Cristiana o Iglesia de Brush Run. Ahí, se adoptó un gobierno congregacional.

     Para ese tiempo, Alejandro Campbell contrajo matrimonio con Margaret Brown, proveniente de una familia presbiterana. Producto de la unión nace su hija Jane. Ante la presión del padre y la madre de Margaret, Alejandro es impulsado desde el ámbito personal a la adopción de un entendimiento doctrinal acerca del bautismo. Tras semanas de estudio, concluyó que no existe evidencia bíblica para justificar el bautismo de niños, reusando así hacerlo con su hija[27]. Sostuvo que la verdadera forma bautismal es por inmersión a una edad en que el candidato comprenda lo que significa confesar el señorío de Jesucristo. Al inicio, su padre se reusó a sumergir a personas bautizadas en la niñez. Alejandro, tras convencer a Thomas, contactó al ministro bautista Matthias Luce para que toda familia participara del bautismo por inmersión.[28]

     A partir de entonces, los Discípulos practican el bautismo por inmersión, además, rechazan el bautismo de infantes. Actualmente, la Iglesia afirma que a través del bautismo en Cristo entramos a una vida nueva y venimos a ser uno, junto con todo el pueblo de Dios.[29] Por medio de este sacramento u ordenanza[30], nos unimos a Dios por medio de su inmerecida gracia y al resto de la Iglesia Universal (1Ped. 2:9-10). Incluso participamos activamente en el Sacerdocio Universal del creyente, siendo un pacto con peso comunitario.

     Dilucidado el asunto del bautismo fue fácil para la Iglesia de Brush Run asociase con Asociación Bautista de Redstone y más adelante con la Asociación Bautista Mahoning. Pero, tras serias controversias los reformadores o campbelistas, como se les conocía, se desligaron de los bautistas. Para esa época, Alejandro Campbell pensaba que el nombre Discípulos de Cristo era el más bíblico y apropiado para conocer al movimiento.

     Era el invierto de 1821-22 en la ciudad Pittsburg, Pensilvania cuando Alejandro conoce a otro joven presbiterano llegado de Escocia, el carismático Walter Scott. Ambos contribuyeron con publicaciones en la revista El Bautista Cristiano. El arribo de Scott catapultó al movimiento. El dinamismo, capacidad para el evangelismo y la profundidad bíblica presente en sus sermones hizo de Walter Scott el gran evangelista del movimiento de restauración[31]. Se reseña que bautizó cerca de 3,000 personas en tres años. Este nos hereda la tradición de buen púlpito como lugar para formar e instruir. Para los Discípulos el sermón demanda un(a) predicador(a) conectado(a) con la Biblia y con Cristo, como centro de su vida. La Biblia constituye la fuente primaria en la selección del tema, desarrollo de los argumentos, la elaboración y proclamación del mensaje.

3. Cristianos y Discípulos: Gobierno congregacional y la celebración de la Santa Cena

      Aunque Barton Stone y la familia Campbell nunca formalizaron una relación cercana, si germinó un espacio de encuentro. Ambos líderes se habían conocido en otoño de 1824 cuando Alejandro Campbell efectuaba una gira evangelística en Kentucky. Stone había invitado al joven predicador a hospedarse en su casa y tener a cargo el sermón en una de sus congregaciones.[32]

     A lo largo de los años Stone y Campbell habían descubierto la importancia de las publicaciones como herramientas para difundir sus ideas y refutar los desacuerdos teológicos con otros grupos de creyentes, incluso entre ellos. Compartieron y debatieron ideas encontrando puntos de convergencias y divergencias. Poco a poco se fueron dando cuenta que a pesar de las diferencias emergían puntos esenciales que les unían. Tras el alejamiento de los campbelistas y los bautistas el camino para la unión del movimiento Stone-Campbell quedó libre de obstáculos.

     Tanto los Cristianos o Stoneistas y los Discípulos o Campbelistas coincidían en el deseo de restaurar la unidad de la Iglesia a la luz del orden y las enseñanzas del cristianismo primitivo narrado en el libro de los Hechos, el reconocimiento de la Biblia como la única fuente de autoridad doctrinal, el rechazo de la autoridad de los credos como prueba de la comunión cristiana y el repudio a usurpar las prerrogativas de las congregaciones locales por cualquier cuerpo rector denominacional. De igual manera, reconocían las ordenanzas del bautismo por inmersión y la celebración de la Santa Cena[33].

      Ahora bien, no todo era armonía. Existían diferencias que tardaron en subsanar y otras nunca lo hicieron. Entre ellas, cómo debían ser llamados, los enfoques de evangelismo, la estructura eclesiástica, ciertos asuntos relacionados al bautismo y la frecuencia de la celebración de la Comunión. En cuanto al nombre Stone prefería ser conocidos como Cristianos, mientras Campbell defendía el nombre Discípulos de Cristo. Las ordenanzas fueron dos áreas de continua tensión. Aunque ambos defendían el bautismo por inmersión, Stone fue mucho más flexible que los campbelistas en el reconocimiento de otras formas de bautismo. Por su parte, los Discípulos sostenían la celebración semanal de la Santa Cena, aunque Stone pensaba igual, los Cristianos participaban en la Comunión con menos frecuencia.[34] A pesar de las diferencias el camino para la unión estaba despejado. En ese momento, sobre las discrepancias prevalecieron los puntos de encuentros. Más que una fusión de dos organizaciones independientes se concertaron voluntades. Reconociendo, por su puesto, que la tensión continúo e incluso surgieron varias fisuras durante las generaciones subsiguientes a los fundadores.

     La unión tuvo lugar en Georgetown, Kentucky donde residían una congregación Cristiana y otra Discípulos. Tras reuniones e intervenciones de respetables líderes de ambos movimientos como lo fue John T. Johnson y John Smith se acordó la unión. El amanecer del año 1832 marcó el comienzo de la unión de voluntades. Tras el saludo fraternal entre Barton W. Stone y John Smith, en representación de Alejandro Campbell quien estuvo ausente en la ceremonia, los Cristianos y los Discípulos de Cristo se unieron en una misma congregación. De este modo, nace oficialmente la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo)[35] personificada en la Iglesia de Hill Street en Lexington, Kentucky.

      Con el tiempo los fundadores se dieron cuenta que las experiencias carismáticas necesitan de las estructuras eclesiales como instrumentos para materializar, dar continuidad y supervisar los esfuerzos misionales, evangelísticos, pastorales y pedagógicos. Quienes entonces repudiaron la injerencia de las denominaciones en el deseo de la restauración de la unión cristiana fueron forjadores del nacimiento de una de las denominaciones más prominentes de América.

     El año 1832 fue testigo de la conjugación de la triada que describe el funcionamiento de los Discípulos de Cristo: el retorno a la Biblia para encontrar y re-encontrar las enseñanzas del Resucitado, el soplo y re-soplo del Espíritu Santo en el Aposento Alto sea en Jerusalén, Cane Ridge o en Calle Comerio y la formación de la estructura eclesial. Desde Cristo, la Biblia y las experiencias carismáticas se constituyó la estructura. Es importante entender el orden. Ahora bien, la estructura es subordinada al Espíritu de Verdad, o sea es producto de la necesidad de proclamar a Cristo. Aquí no es aplicable la conmutatividad. De ahí se descubre que la estructura eclesial es necesaria pero no es el fin último. El gobierno de la nueva Iglesia fue congregacional.

     La espiritualidad de los Discípulos de Cristo defiende el congregacionalismo como forma de gobierno bíblica. La afirmación del Sacerdocio Universal del creyente se hace presente en el congregacionalismo y en la celebración eucarística. La participación de los feligreses en la vida de la Iglesia genera vías transparentes que proponen nuevos caminos ministeriales. En el seno de la Iglesia no debe haber distinción entre laicos y clero. Debe existir es un reconocimiento a la diversidad ministerial (Ef. 4:9), ahora bien, nunca jerárquica. De ahí que quienes no comprenden la espiritualidad de los Discípulos construyen en sus mentes una eclesiología jerárquica.

     Desde mi punto de vista, el congregacionalismo nos impulsa a una eclesiología de ruptura cuyo axioma principal es la inclusión. Más simple, todos los creyentes y todas las creyentes constituyen la Iglesia. Atrás quedan las especulaciones de superioridad religiosa para abrir espacios a una dimensión participativa, una propuesta refrescante que llama vehementemente a la libertad en Cristo y a la libertad de conciencia matizando en la unión mística de los creyentes. Esto es la Iglesia como Cuerpo de Cristo. Esta comunidad cristiana celebra, vive un congregacionalismo mayor, la Iglesia de Jesucristo, en el cual los Discípulos nos unimos espiritualmente con otras manifestaciones cristianas. De modo que el congregacionalismo nos obliga a la claridad del diálogo interdenominacional.

     Finalmente, el camino para entender la espiritualidad de los Discípulos de Cristo culmina sentándose en la Mesa del Señor. Para Cristianos y Discípulos de Cristo la celebración eucarística o la Comunión es vital para entender nuestra identidad. Es el elemento central de la liturgia. Un signo comunitario. Precisamente el símbolo de la Iglesia es el cáliz. Después de algunas objeciones prevaleció el entendimiento campbelista que justificó la celebración semanal de la Santa Cena como parte del servicio de adoración.

     La mesa de los Discípulos de Cristo es abierta. Toda persona que cree que en Jesucristo puede participar de la Cena. En la Comunión se celebra, con acción de gracias, los hechos deeucaristia salvación y la presencia de Cristo[36]. Al igual que reformador suizo Ulrich Zwinglio, los Discípulos creemos que la celebración de la Comunión es esencialmente una conmemoración de la obra de Cristo Jesús en favor de la humanidad. La interpretación de la expresión Hagan esto en memoria de mí (Lc.19b), niega cualquier entendimiento literal que defienda la idea de un cambio de sustancia. Para los Discípulos los elementos siguen siendo elementos que conmemoran la muerte de Jesús, representada en el pan (cuerpo) y el alcance universal de su obra representada en el fruto de la vid (sangre) (1 Cor. 11:23-26).

     Ahora sí, se afirma la presencia mística de Cristo en el corazón y en la memoria de la comunidad de creyentes. En la Santa Cena se celebra el alcance cósmico de la obra de Cristo, se recuerda cuán valioso es el ser humano para Dios, se afirma que somos cuerpo, que somos sangre, que somos comunidad. Es más, se quiebran las etiquetas que jerarquizan y problematizan las relaciones humanas y promueven la inequidad. Por eso es una eclesiología de ruptura.

 4. Nuevas fronteras y viejos caminos: la capacidad profética de la Iglesia

     No podemos culminar sin antes una mirada al futuro. La espiritualidad de los Discípulos busca continuamente nuevos surcos donde germinar en la proclamación de la libertad en Cristo Jesús. La mejor inversión de la Iglesia es su gente. Sería una grave equivocación pensar que el lugar de preminencia lo ocupan las estructuras administrativas, los procedimientos constitucionales o sus propiedades; simple y llanamente es su gente, en especial los pobres, los cuales reciben el reino de Dios con tanta esperanza y regocijo. De ahí, la urgencia escatológica de la voz profética de la Iglesia.

     La historia de la denominación en la isla tiene rostro. En primer lugar rostro de campesino que acogió el mensaje de la cruz pregonado por los misioneros norteamericanos que llegaron tras la ocupación de militar de 1898, rostro de gente que vivió un despertar en los años treinta, rostro de madres jefas de familia que sostienen a sus hijos e hijas con el salario de un trabajo mal pago, rostro de viejo confinado a la soledad de su hogar, rostro de joven que ve a su país desangrar, pero en fin de cuentas, rostros de gente. La atención de la Iglesia debe estar siempre a favor de los pobres. En Gálatas Pablo comenta que al comparecer ante el Concilio en Jerusalén (Hch 15) el único requisito impuesto a su evangelio fue el cuidado a los pobres. (Gal. 2:10). No cabe duda que la espiritualidad de los Discípulos de Cristo es profética.

     Los quehaceres cotidianos eclesiales no deben ahogar la capacidad profética de la Iglesia. Por ejemplo, aun la Iglesia nativa en embrión, la voz profética, en cuanto a servicio a los pobres, era fuerte. Los primeros proyectos evangelísticos de los Discípulos no fueron congregaciones sino instituciones para el servicio integral a los más pequeños. El Orfanatorio y Escuela para las Niñas en 1900 asume el liderazgo de la educación de la mujer, acto considerado casi una herejía en la época. Del orfanato surgieron voces de mujeres importantes en la historia del protestantismo nativo por mencionar a Providencia Navarro, Juanita Cotto Reyes y Consuelo Pérez-Guerra. Esta última es la madre de la distinguida educadora Dra. Laura Beauchamp. Consuelo, fue la primera persona hija de esta tierra comisionada como misionera local por la Iglesia anglosajona. A este proyecto se le sumó la fundación del Orfanatorio de Varones en 1906 y el ministerio social del Dr. William A. Alton que llevó a los campos de Bayamón servicios de cuidado médico.[37] Así, pues, la voz profética de los Discípulos retó los poderes opresores de la ignorancia y la mortandad, anunció la esperanza en Cristo y motivó la acción social solidaria.

     Aunque en ocasiones se ha pretendido callar la voz profética, ésta siempre busca cómo encausar su naturaleza. Hubo momentos en donde se vieron fantasmas donde no los había y se silenció el reclamo en favor de los pobres. Pero no del todo, siempre la voz profética del Espíritu de Dios busca nuevas fronteras. Esta rompió con el insularismo eclesial y alcanzó nuevos rumbos comenzando con los hispanos en los EUA hasta expandirse por América Latina. Así es, los Discípulos tuvieron su propia voz que clama en el desierto en la persona de Juan Marcos Rivera. Desde el Consejo Latinoaméricano de Iglesia, hizo de la justicia y la solidaridad los pilares del mensaje liberador de Jesús en favor de los pobres. Junto a él, permea el legado de Luis F. del Pilar y su esposa Genoveva, David A. Vargas y Carmelo Álvarez, entre otros. El profetismo de los Discípulos debe trazar nuevas fronteras retomando viejos caminos. La voz profética de la Iglesia debe ser bíblica, fuerte, incisiva, constante, asumiendo el precio del escándalo social que implica ser uno con los marginados. Así nos ayude Dios. Amen.

discipulos


[1] Esta conferencia es parte de un artículo titulado La espiritualidad del Pueblo del Cáliz en proceso de publicación por el Seminario Evangélico de Puerto Rico como parte de un texto en reconocimiento del ministerio fructífero del Dr. Juan Bek.

[2] El cáliz o la copa de color rojo es símbolo de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo). Significa la centralidad de la Comunión en el pensamiento y liturgia de la Iglesia. Sobre el cáliz es dibujada la cruz de San Andrés en referencia a las raíces escocesas de los fundadores.

[3] Leonardo Boff, Espiritualidad (Santander, España: Sal Terrae, 2002).

[4] Henri Nouwen, La compasión en la vida cotidiana. (Argentina: Lumen, 1996), 122.

[5] El prefijo pastor en lugar de reverendo para referirse a Barton Stone o a líderes que componen el movimiento Stoneista obedece al deseo del grupo. En el documento La Última Voluntad y el Testamento del Presbiterio de Springfield manifiestan Queremos que nuestro nombre distintivo, con su título de Reverendo, sea olvidado para que no haya más que un Señor sobre la herencia de Dios y su nombre sea sólo uno.

[6] D. Newell Williams, Barton Stone. A Spiritual Biography. (St. Louis, Missouri: Chalice Press), 9.

[7] Lester G. McAllister & William E. Tucker, Journey in faith. (St. Louis, Missouri: Chalice Press, 1975), 64.

[8] D. Newell Williams, 44.

[9] Ibid, 45.

[10] McAllister & Tucker, 71-73.

[11] Joaquín Vargas, Los Discípulos de Cristo en Puerto Rico. Albores, crecimientos y madurez de un peregrinar de fe, constancia y esperanza 1899-1987, 2da ed. (Miami, Fl: ICDCPR, 2008), 180-181.

[12] Juan Figueroa Umpierre y Luis F. Del Pilar Piñeiro, Los Discípulos de Cristo en Puerto Rico (Nuestro perfil histórico). (Miami, Fl: ICDCPR, 2008), 225.

[13] Tres de los fundadores utilizaron los medios de comunicación de su época para difundir sus ideas y entendimientos bíblicos-teológicos. El pastor Barton Stone acogió al periódico El Mensajero Cristiano, Alejandro Campbell hizo lo propio con El Bautista Cristiano y con el Heraldo Milenario y Walter Scott con El Evangelista.

[14] Extracto de la Semblanza leída por el reverendo Lucas Torres en el Acto de Reconocimiento del Concilio Evangélico de Puerto Rico el 16 de marzo de 2002 publicada en https://www.facebook.com/catorcenegritos/

[15] McAllister & Tucker, 106-109.

[16] Ibid, 110-111.

[17] D. Duane Cummins, Un manual para los Discípulos de hoy. (St. Louis, MO: Chalice Press, 1999), 3.

[18] John Locke filósofo y médico inglés exponente del empirismo filosófico, trabajó temas religiosos como el sacerdocio de Cristo, la autoridad de la Biblia, el repudio a la fragmentación del cristianismo y al dogmátismo, etc.

[19] El pensamiento de Thomas Campbell y las ideas de Barton Stone son más congruentes con la línea teológica reformada de Urilch Zwinglio que con el luteranismo y el calvinismo. Incluso convergen con la reforma radical en áreas como el deseo por restaurar la Iglesia y el bautismo por inmersión a una edad mayor a la niñez. Ahora sí, ambos encontraron en el principio rector de la Reforma del XVI Sola Scriptura que la Biblia es la fuerza para acentuar que la única fuente de autoridad sobre cualquier asunto dogmático y de la tradición.

[20] Esta afirmación es reconocida como la “buena confesión” expresión tomada de 1 Tim. 6:12. Está incluida en el preámbulo del documento El Diseño para la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en EEUU y Canadá. El Diseño se propuso por primera vez en 1968. Al momento de esta publicación la última revisión se produjo en julio de 2005.

[21] Ronald E. Osborn, La fe que afirmamos. Creencias básicas de la ICDC. (Missouri, USA: Chalice Press, 2007), 4.

[22] Osborn, 7.

[23] San Anselmo, Proslogion. Sobre la verdad. (Barcelona, España: Ediciones Orbis, 1984).

[24] El Diseño, 1.

[25] Joaquin Vargas, 91.

[26] Krenly Cruz, Historia del Avivamiento del ’33 de los Discípulos de Cristo en Puerto Rico. (Colombia: Editorial Buena Semilla, 2003), 43.

[27] D. Newell Williams, Douglas A. Foster & Paul M. Blowers, The Stone-Campbell movement. A global history. (St. Louis, Missouri: Chalice Press, 2013), 22.

[28] Ibid, 22.

[29] El Diseño, 1.

[30] Los fundadores, al igual que Ulrich Zwinglio, prefirieron utilizar la palabra ordenanza en referencia al bautismo y a la Santa Cena en lugar de sacramento para acentuar que han sido instituidos por Dios.

[31] D. Newell Williams, Douglas A. Foster & Paul M. Blowers, 2013. Comentan que Walter Scott, reconocido por su gran capacidad en la predicación, desarrolló un método de evangelización conocido como el ejercicio de los cinco dedos. Utilizando los dedos de las manos proclamó que la FE en el evangelio de Jesucristo conduce al ARREPENTIMIENTO, luego al BAUTISMO, seguido por el PERDÓN de Dios de los pecados y culminando con el don del Espíritu Santo. Sostuvo que si hubiese tenido un sexto dedo, sería la vida eterna. (p.25).

[32] Newell Williams, Foster & Blowers, 25-26.

[33] McAllister & Tucker, 147.

[34] Ibid, 148.

[35] Utilizamos el nombre actual de la Iglesia en referencia al inicio de la unión de ambos movimientos. El nombre Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) fue incorporado oficialmente en 1968.

[36] El Diseño, 1.

[37] Vargas Mejías, 46-57.